23 julio 2010

Como héroes solitarios


Habrá que decirlo: por encima de ese continuo de lucha y tristeza y más allá de ese perpetuo goteo de noticias tristes que va inundando nuestra vida, solo permanecen los sueños, esos preciosos luceros que debemos intentar alcanzar para no quedar atrapados en el mar de fondo de nuestra tristeza proverbial.

Habrá que reconocerlo: siempre me acompañó el silencio y un punto de tristeza. Siempre, desde niño, desde la cuna misma, desde la primera vez en que abrí los ojos. Y aunque no recuerdo nada de todo aquello, de lo que se me ha sido contado, de esa terca resistencia que mostraba a llorar y a quejarme, de ese pasar inadvertido hasta el punto de generar preocupación, mi silencio ya debía ser el contrapunto del asombro y de la curiosidad: boca cerrada y ojos bien abiertos y de mirada profunda.

Por fortuna, mi tristeza está tan arraigada como mi resistencia al desaliento y mi disposición a imaginar y perseguir una realidad que, posible o imposible, es por mí deseada. Y sí, mi tristeza es profunda y ancestral -diría que se remonta al origen de la humanidad- la firmeza con la que me rebelo y sonrío es indestructible, como lo es el atrevimiento con el que me dedico a jugar con el futuro, haciendo caso omiso de las emboscadas del destino.

Creo firmemente que solo arriesgando todas mis energías, consigo hacer indestructible mi ánimo... Y que solo exponiéndome a enloquecer, encuentro la cordura… Y que solo la aceptación de esta tristeza que me habita y no entiendo, me permite descubrir la alegría de vivir… Y que solo en la utopía de mis sueños hago real mi profunda y especial naturaleza…

Me pregunto qué mundo es el real: el que ven mis ojos abiertos o el que se ilumina cuando los cierro. ¿O, tal vez, los dos son reales, como si fueran las dos caras de una misma realidad? Eso debe ser: estamos obligados a morar dos mundos a la vez. Debemos recorrer dos caminos que continuamente se entrecruzan y que solo pueden existir en la simultaneidad. Por eso, para no quedar atrapados entre los peligrosamente angostos desfiladeros de este mundo material, estamos condenados a cerrar los ojos y soñar…
Cerrar los ojos y soñar…
como héroes solitarios...

1 comentario:

  1. qué mundo es el real: el que ven mis ojos abiertos o el que se ilumina cuando los cierro!!! siempre fue una de mis preguntas y la sigue siendo y nunca encontre la respuesta!!! me gusta mucho leerte pablo!! y la foto INCREIBLE!!!....
    lU ACOSTA...

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